El caso del abrigo de visón by Erle Stanley Gardner

El caso del abrigo de visón by Erle Stanley Gardner

autor:Erle Stanley Gardner [Gardner, Erle Stanley]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1952-01-01T00:00:00+00:00


Capítulo 9

Mason tomó el ascensor hasta el vestíbulo y echó a andar hacia la puerta de la calle.

Un agente uniformado le cerró el paso.

—Ya he sido interrogado y dejado en libertad —dijo Mason.

—Nadie me ha dicho que esté usted en libertad —dijo el policía.

—Ya les he dicho todo cuanto sé. Ya he sido interrogado por los dos, el teniente Tragg y el sargento Jaffrey. ¿Qué más quieren? Yo tengo trabajo que hacer.

—Quizá quieran interrogarlo a usted nuevamente.

—No me dijeron eso.

—Pero no dijeron tampoco nada de dejarle irse. Eso no va conmigo.

—Me echaron fuera.

—Pues entonces espere en el vestíbulo.

Mason se dirigió a la oficina del hotel. El empleado había sido sustituido por un agente de paisano que parecía afable, pero que demostró no tener el más mínimo deseo de ayudar a Mason en su problema. Dijo:

—Hay abundancia de sillas allí, abogado. Y el diario de la mañana ya ha llegado, en el caso de que usted quiera leerlo.

—Gracias —le dijo Mason—. ¿Hay alguna prohibición de telefonear?

—Ninguna hasta ahora.

Mason buscó la cabina telefónica más solitaria, se dirigió a ella, echó una moneda y marcó el número del departamento de Della Street.

Oyó sonar el timbre de llamada repetidamente, y después la voz de Della, cargada de sueño, diciendo:

—Hola, sí… ¿Quién es, por favor?

—Despiértate, Della —le dijo Mason—. El tocino está ya al fuego para el desayuno.

—¡Oh, eres tú, jefe!

—Exactamente. ¿El teléfono está al lado de tu cama?

—Sí.

—Entonces, salta fuera de la cama —continuó Mason—. Ve a echarte agua fría en la cara, y después vuelve al teléfono. Quiero que estés bien despierta para esto, y no puedo correr el riesgo de que te vuelvas a dormir. Pueden cortarme en pedazos de un momento a otro.

—Espera un instante —dijo ella.

Por el teléfono, Mason pudo oír los pies de la muchacha sobre el suelo. Un momento después estaba de regreso al teléfono diciendo:

—Ya estoy completamente despierta. ¿De qué se trata?

Mason dijo:

—Estoy en el Hotel Keymont. Morris Alburg me llamó y me pidió que viniese a verlo aquí, en su habitación, la 721. No lo encontré aquí. Pero encontré a otra persona.

—¿Hombre o mujer? —preguntó ella.

—Mujer.

—¿Era…?

—¡Cuidado! —la advirtió Mason—. No digas nombres. Limítate a escuchar, Della.

—Muy bien, continúa.

Mason dijo:

—¿Recuerdas la primera noche, cuando hablamos con Morris, que mencionó que en una época había utilizado una agencia de detectives más bien que un abogado?

—Sí, me parece recordarlo… Sí, lo recuerdo. ¿Porqué? ¿Es importante eso?

—Tenemos el número del teléfono del domicilio de la cajera del restaurante de Morris. Evidentemente, ella sabe algo sobre sus negocios y Morris tiene confianza en ella.

»Vístete, Della, toma un taxi y empieza a actuar por teléfono. Consigue que la cajera de Morris te diga el nombre de la agencia de detectives que Morris utilizó. En caso de que no lo sepa, consigue que se vea contigo en el restaurante de Morris. Que te abra la caja de seguridad de su oficina y examina sus libros. Después toma la guía de teléfonos clasificada y consigue los números de todos los detectives privados con licencia de esta ciudad.



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